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23 octubre 2011

CUESTIÓN DE PRIORIDADES



¿Qué representa una hora y media -dos a lo sumo- en el ancho devenir de una jornada dominical? La respuesta dependerá mucho de a quién se le pregunte porque existen las prioridades y todas son legítimas.
Sin embargo, una de las cosas a las que la mayoría de la gente le gustaría emplear ese tiempo -según los empeños de futuro que cada cual se hace al comienzo del año-, es a correr, junto a dejar el tabaco o comenzar a aprender un idioma -principalmente el inglés-. Está claro que todos los empeños se formulan para jamás ser cumplidos. De hecho, existe una mentira congénita en perjurar que se comenzará a correr el día uno de enero, algo en la practica imposible si la noche anterior la hemos "tirado" en un cotillón de esos interminables y aburridos (es lo que pienso ahora, pero hubo un tiempo en el que me lo pasé muy bien, pero no corría).
No, no es de esa forma como una persona se convierte en corredor.
Decía lo de la hora y media -a lo sumo dos- porque basta con ese poco espacio de tiempo, que ocupa tan sólo algo menos del diez por cierto del un día de cualquier persona, para decidirse a trotar un buen puñado de kilómetros, perdiéndose por esos caminos y veredas, en plena naturaleza, que todo el mundo tiene al alcance de la mano, de acceso y disfrute gratuito.
Insisto que se trata de prioridades, pero a mí en particular -que es lo que he hecho esta mañana de domingo: diecisiete kilómetros esplendidos por una Vega asombrada por las primeras lluvias- no se me ocurre mejor manera de aprovechar ese escaso intervalo de tiempo -incluidos en él los preparativos necesarios antes y después del entrenamiento-, a sabiendas que quedará mucho día para estar con la familia, de dedicación a la lectura, al cine, a escribir.... en fin, cada cual con su actividad preferida.
Pero, ya digo, es cuestión de prioridades.

13 agosto 2009

UNA TEORÍA: EL "TIOGILISMO"


Hoy estoy teórico. Después de enviarle a mi querido amigo, Jesús Lens, una cutre-teoría por correo electrónico, en algún momento del día barruntaba otra teoría, a cuento de no sé qué noticia veía en televisión (serán los efectos de no correr). Se trata del "tiogilismo" ¿Se acuerdan de "Tío Gilito", aquel pato anciano que basaba su existencia en dólores? Pues bien, ese tipo de personas existen entre nosotros. Y es que los dibujos animados, además de ser un entretenimiento - en teoría - para niños, atesoran teorías perversas de la existencia. Y el "tiogilismo" es una de ellas.
Entiendo que padecen de "tiogilismo" las personas que no conciben su existencia sin pensar en términos económicos. Si a aquel pato tacaño se le iluminaban las pupilas de los ojos con el símbolo del Dólar, créanme si les digo que mucha gente de la que nos rodea secundan a aquel mísero ser.
Lógicamente, no me refiero al legítimo derecho que tenemos todas las personas de alcanzar un nivel de vida aceptable, principalmente si ese nivel de vida es fruto de nuestro esfuerzo, talento o perseverancia. Por el contrario, me estoy refiriendo a aquellas personas que no saben dar un paso en su vida si no está medido en términos económicos, y calculan cada gasto e iniciativa que emprenden, sin que apenas obedezcan a otros estímulos que no sean los económicos.
Por ejemplo: si acuden a un bar con unos amigos, miden a la perfección el momento en el que les toca invitar, asegurándose que ellos ya han consumido el mínimo de consumisiones que ahora les toca pagar. Asimismo, si en apariencia ofrecen su coche, no lo hacen para hacer favores o demostrar amistad, educación o aprecio, nada de eso. Lo ofrecen porque ya han medido a la perfección las ocasiones en las que en la próxima ocasión ellos serán llevados y traídos en coches ajenos.
Y sólo hemos puesto dos ejemplos que están al margen de lo "intracomercium", que dirían los romanos redactores de las Ley de las XII Tablas. Porque si se trata de asuntos que tengan un contenido económico, su puesta en escena es apabullante.
En el trabajo nada harán sin compensación económica. Eso no lo veo demasiado mal, pero hay que tener en cuenta que en el trabajo -en todos los trabajos- en ocasiones hay que hacer cosas que nada tienen que ver con la remuneración. Sí sólo se trabaja con el objeto de cobrar a final de mes, el trabajo se convierte en una maldición bíblica; y aunque lo sea, hay que intentar ser creativo y buscar otros estímulos.
Si se trata de asuntos plenamente económicos, tales como la inversión, las compras u otras análogas, sus ojos ya nada tendrán que ver con los de aquel "Tío Gilito". En esas ocasiones, es mejor estar alejados de ellos.
Y curiosamente, si observamos atentamente, todo será lujo y buen nivel de vida. En mi pueblo dicen: que si són "sol" no alumbrarían a nadie.
¿ Conocéis algún caso ?

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...