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03 agosto 2013

UN ENTRENO MAL CALCULADO

Es fácil despistarse en un mar de olivos

Reconozco que puede haber algunos ligeros gramos de locura en la ruta hecha en la mañana del sábado, en tal terreno y por estas fechas, porque los 18 kilómetros propuestos de olivo-trail por una ruta que ya había hecho a finales de junio se han convertido en casi 23. 
Un despiste en uno de los cruces me ha llevado a hacer 5 kilómetros más no previstos, algo que no sería más que anécdota si no se tratara de un terreno de esta dificultad y un 3 de agosto, en mitad de una alerta amarilla por ola de calor.  
Cuando llegué al final de la primera parte de la ruta ya se habían cumplido 9 kilómetros. Era lo previsto. Estaba casi en la mitad de la nada y a pesar de que eran las 10 y media de la mañana el calor ya comenzaba a percibir y la chicharra ya había comenzado su monótona lenatía, a pesar de que de vez en cuando -algo propio también en los días de fuerte calor- el sol se cobijaba en alguna nube y aparecía un leve frescor que inmediatamente desaparecía. Así que me refugié debajo de un olivo y me dediqué a hidratarme lo mejor que pude, calculando que debía dejar el suficiente líquido para el regreso de otros 9 kilómetros, pero en este caso aún con más calor al ser más tarde. El sol cada vez estaba más alto y presente. 
No quería pensar en esos nueve kilómetros que me faltaban, tan sólo en qué momento debía de detenerme de nuevo para volver a hidratarme. En realidad, tampoco me sentía mal de forma para volver a un ritmo adecuado.
No recuerdo en qué momento me despisté y no cogí el desvió que me volviera a llevar a Pinos Puente entre ese mar de olivos. Tal vez iba pensando en exceso en el calor que aún me esperaba. Desde luego no ayuda que los caminos entre olivos sean practicamente idénticos. 
Al fondo de una recta, a lo lejos, percibí una fuerte subida que consideré no sería por la que debía pasar. Me parecía una subida excesiva y pensé que podría tratarse de un carril auxiliar, que suelen ser abiertos por los olivareros para poder entrar con su maquinaria. Pero pasaban los metros y no había ningún cruce que me permitiera alejarme de esa subida. Así que cuando menos lo esperaba ya me encontraba subiendola, de la cual no tenía referencia alguna en la ida. Estaba claro que me había despistado.
Cuando con mucho esfuerzo llegué a lo alto de esa especie de otero, comprendí definitvamente que no estaba en el camino correcto. Es más, al ver a lo lejos el campo de golf cercano al Pantano del Cubillas,  ya clausurado por la estulticia de la fiebre del ladrillo (algo similar los aeropuertos de Castilla-La Mancha y Castellón), sabía que me encontraba en una ruta que había descubierto a través de Google Earth. Ya no merecía la pena desandar lo andado erróneamente y seguí. 
No conocía ese trayecto pero sí sabía muy bien adonde saldría, por ser una ruta habitual en mis entrenamientos, pero ese cálculo tenía trampa: serían al menos cinco kilómetros más y eso significaba que tendría que estar corriendo hasta casi las 12 del mediodía. No llevaba apenas líquido pero sabía que en Caparacena, a 4 kilómetros de Pinos Puente, podría beber y rellenar todo el agua que quisiera gracias al activo pilar de la coqueta plaza de la aldea. Por suerte, tras esa dura subida, casi todo el terreno a su paso por el aeródromo era en descenso, o bien, en recta. Eso ayudó. 
Cuando llegaba a la pequeña aldea, a pesar de lo benigno del terreno, comprendí que ya no iba tan entero como hacía un rato. Me detuve en el pilar de Caparacena, bebí, me esparcí agua por casi todo el cuerpo -principalmente por la nuca, cuello, frente y muñecas-, rellené las pequeñas cantimploras de la correa de hidratación y a paso muy tranquilo me dispuse a hacer mis últimos cuatro kilómetros que, probablemente, hayan sido los más complicados en esa ruta que tanto conozco. En eso cuatro kilómetros también había alguna dificultad llegando a Pinos Puente, pero conocía el terreno y no preocupaba demasiado.
Finalmente fueron casi 23 kilómetros (medidos posteriormente porque el Forerunner lleva unos días inactivo, algo de lo que hablaré en otra entrada), terminados tal y como presumía cerca de las 12. No llegué para el arrastre en absoluto, pero sí reconocí que había utilizado unos gramos de locura que no vienen mal si el cuerpo lo resiste.
Cuando llegué al coche aparcado en la puerta de las instalaciones deportivas de Pinos Puente, me dije que el test serio para la prueba de trail de Fonelas de 18,5 kms. del próximo día 18 ya estaba hecho. 
A estas alturas de la tarde-noche no miento si afirmo que entre agua, isotónico, cerveza, zumos, granizada de limón y soja habré ingerido alrededor de tres litros de líquido. Queda mucha noche y aún tengo mucha sed pero, eso sí, no siento las piernas cansadas.     
      

26 mayo 2012

UN ENTRENAMIENTO DE ALTURA

El viernes, 25 de mayo se me presentó como un día complicado, repleto de tareas que hube de ir organizando con la precisión de un cirujano para poder acomodar este entrenamiento en altura que ahora gráficamente os muestro. Lo positivo de estas fechas es que la luz alcanza hasta altas horas de la tarde-noche y eso te permite entrenar si te organizas adecuadamente.
Así que a eso de las 19,30 del viernes, 25 de mayo, dejé el coche en este lugar:  

El Cortijo de Enmedio, a mitad de camino entre Pinos Puente y Moclín.

y me dispuse a hacer la ruta en altura que a continuación os muestro gracias a las excelentes fotos de Google Earth, que a pesar de la crítica cierta por sus múltiples atentados contra la privaticidad de las personas, nos muestran las carreteras, calles y ciudades tal como son, gracias a su permanente actualización: 

Aquí comienza la ruta de 13 kilómetros -ida y vuelta- que me posibilitará subir rampas considerables, que es lo que necesito en este momento.

Lo positivo que tiene esta ruta es que te permite, progresivamente, subir cuestas sin que te topes con la sorpresa de encontrarte rampas enormes en el primer kilómetro cuando la musculatura del tren inferior no está aún preparada.

Esta zona tuvo mucho protagonismo en la Guerra Civil española, de ahí que aún sea posible encontrar alguna trinchera o puesto de guardia como el que vemos a la izquierda de la fotografía.

Casi a los dos kilómetros y medio nos encontramos con el cruce de Tiena-Olivares. Ya comenzamos a hablar de rampas en serio. 

Esta primera parte de rampas consta de un kilómetro y medio con desigual dificultad. Los primeros 600 metros son muy duros y posteriormente se suaviza el recorrido hasta llegar a Tiena.

Es a partir de este momento cuando se produce cierta suavización de la ruta. Ya podemos contemplar Tiena.

La entrada a Tiena es agradable. Encuentras un pueblo pequeño, de 1048 habitantes -según los datos del INE de 2010), situado a 27 kilómetros al noroeste de Granada, que viven plácidamente en la falda de Moclín a cuyo municipio pertenecen.

Justo en este punto se indica la dirección a Moclín. A la izquierda se encuentra el centro del pueblo y la posibilidad de conectar con la carretera de Córdoba.

Nada más dejar las últimas casas de Tiena y sin lugar a contemplaciones comienzan las duras rampas hacía Moclín.

En este terreno no hay más remedio que dosificar las fuerzas porque ya no habrá tregua.

Cuando llegan las pruebas de competición con fuertes subidas me convierto en un corredor muy concienzudo. No lo soy para el entrenamiento de calidad, pero sí para las rampas. No con la idea de mejorar tiempos sino con la de conectar física y psicológicamente con este terreno, ya que no soy un corredor que tenga unas características interesantes para las subidas y eso psicológicamente es un retroceso. Un elemento de la alta montaña son las antiguas inscripciones de paso de pruebas ciclistas con duros puertos. 

Al kilómetro de subida ya comienzan a contemplarse excelentes vistas. Tiena en un primer plano y en un segundo el Piorno -a cuya falda se encuentra Pinos Puente-. El calor de la tarde forma una especie de bruma muy curiosa en la Vega de Pinos Puente. 

El objeto de este entrenamiento no era otro que subir unos cinco kilómetros de fuertes rampas. Por tanto, este es el punto en el que me vuelvo. Hasta Moclín quedarán unos tres kilómetros que  conozco bien y que dejaré para otro día.
Lo realmente negativo de estas subidas es la obligación de bajar durante muchos kilómetros corriendo, algo muy pernicioso para rodillas y el esqueleto del corredor ya que se producen fuertes impactos en la zancada. Siempre lo advierto cuando acabo esta ruta y los últimos kilómetros que son llanos voy corriendo con esas malas sensaciones de la continúa bajada.

21 enero 2012

CONTINUO CON LA MTB

Últimamente me está enganchando este deporte. A dosis pequeñas, pero hay enganche. Y lo percibes porque disfrutas en lo alto de la bici, buscando nuevas rutas, metiéndote por lugares que normalmente no frecuentarías por otros medios y terminando con buenas sensaciones, sin apenas cansancio y con ganas de inmiscuirme por nuevos lugares y descubrir nuevas rutas.
La de hoy sábado, 21 de enero, ha sido corta pero intensa. Para la cual me ha servido en gran medida una de las rutas que suelo hacer corriendo, si bien con ciertas variaciones que sólo sería posible ejecutarlas con una bicicleta de montaña: definitivamente me "he perdido" entre olivos, alejándome de caminos y servidumbres de paso. Y tan sólo he vuelto al redil del camino cuando he encontrado las huellas de algún tractor o oruga, que son frecuentes en esta época de recolección. Sabía por dónde estaba pero no exactamente dónde.
En definitiva ésta ha sido la ruta llevada cabo: saliendo desde la parte alta de Pinos Puente, me he dirigido a Caparacena y desde allí hacía el Pantano del Cubillas, si bien mucho antes de llegar a este gran embalse he doblado hacía un viejo conocido camino de olivos, que es la zona por la que he decidido "perderme". Desde allí he vuelto a Pinos Puente y he completado la ruta dirigiéndome hacía Búcor, ya en los Montes Orientales, volviendo de nuevo a la estación base, en Pinos Puente. 

Aquí está la ruta marcada por el Forer y alguna que otra foto ilustrativa:
Visto así este camino entre olivos da cierto vértigo, pero no, se trata de un buen terreno para rodar.
Este terreno ya no es tan bueno. Por su orografía y su subida se convierte en duro. De esa manera inicié la ruta al margen de caminos señalados. Fue una experiencia impresionante, sin patrón previo.

Cuando corro o cuando voy en bici esta vista del Peñón de la Mata siempre me ha parecido bellísima.

La fusión entre la bici y este ajado olivo es perfecta. Pareciera que hayan estado siempre unidos.
La Ermita de Búcor -que pudimos ver en la distancia en la anterior ruta- tiene un porte neogótico muy bello.

15 enero 2012

CUANDO EL DEPORTE ES, TAMBIÉN, UN REGALO PARA LA VISTA

Como todo en la vida, en el deporte, lo importante es la acción, la constancia, la aseveración, ponerse en marcha, en definitiva. 
Si en la anterior entrada escribía que había sido cuestión de justicia poética volver a la MTB, nada podía más corroborar esa afirmación que pedalear de nuevo al día siguiente y volver a montar a lomos de ese vehículo de fina estructura que te lleva lejos, por lugares recónditos y, a veces, inaccesibles. 
Interesante esto de la bicicleta. Me lo pareció hace ya lustros cuando mi deporte -compartido con el fútbol- era el ciclismo de carretera. Con este tuve mis mejores sensaciones que tan sólo he recuperado, en ocasiones, con la carrera a pie. Y, seguramente, que en algún lugar de la mente ahí se conservan a pesar de los muchos años sin pedalear. Si no fuera así, no hubiera recuperado esas buenas sensaciones en esta ruta que gráficamente os dejo; una ruta que no es demasiado larga, pero sí intensa y original ya que transcurre gran parte de ella entre olivos y se adentra en cortijos y pequeñas poblaciones como es el caso de Los Olivares -cuyo nombre no podía ser otro-, pedanía de Moclín, no lejos de Pinos Puente. Así que me pareció tan bella, a pesar del día gris y frío que opté por fotografiar con el móvil algunos detalles de la misma. 
Y una idea que repetidamente me aborda: percibo que la bici podría quitarle terreno a correr en este 2012 que recién empieza. De hecho, ya comienzo a mirar en algunas páginas web la posibilidad de mejorar algunas piezas de la Specialized. El tiempo, que como sabemos es gran escultor, lo dirá.


PREPARADO Y "PREPARADA" PARA INICIAR LA RUTA. EL DÍA ES ALGO FRÍO POR LO QUE HAY QUE IR BIEN ABRIGADO.
ESTE SERÁ EL CAMINO QUE VERÉ EN LOS PRIMEROS DIEZ KILÓMETROS. SIEMPRE ME HA GUSTADO RODAR -EN BICI O CORRIENDO- ENTRE OLIVOS. EL CAMINO ES DURO Y ROTO, PERO TIENE MUCHOS ENCANTOS. ADEMÁS, NOS ENCONTRAMOS EN ÉPOCA DE RECOLECTA, POR LO QUE PARECIERA QUE LOS OLIVOS ESTÉN PLETÓRICOS DE FELICIDAD.  

REALMENTE NO SABÍA CON EXACTITUD DÓNDE ME ENCONTRABA, ASÍ QUE TUVE QUE HACER UNA LLAMADA A QUIEN YO SABÍA QUE LO SABÍA. ESTE CORTIJO PERTENECE AL TÉRMINO DE COLOMERA Y SU DUEÑO ME DIJO QUE ESTABA A UNOS CINCO KILÓMETROS DEL PUEBLO Y A UNOS DOS O TRES DE OLIVARES. OPTÉ SEGUIR HASTA OLIVARES.
LAS VISTAS DESDE EL CORTIJO "BERBE BAJO" SON EXCELENTES. SE CONTEMPLA TODO ESE MAR DE OLIVOS QUE MINUTOS ANTES HUBE DE ATRAVESAR.


LOS OLIVARES ES UN PEQUEÑO PUEBLO ENCANTADOR. HUNDIDO EN LA FALDA DE LA SIERRA DE MOCLÍN Y ATRAVESADO POR EL RÍO VELILLOS -TAMBIÉN LLAMADO COLOMERA- ES UN REMANSO DE PAZ Y NATURALEZA. 
UNOS SIETE KILÓMETROS PARA ACABAR ESTA BONITA RUTA.

LA CARRETERA QUE UNE OLIVARES -Y TIENA- CON PINOS PUENTE ES VIEJA CONOCIDA PORQUE POR ELLA SUELO CORRER DE VEZ EN CUANDO. AL FONDO SE DIVISA EL PIORNO Y SIERRA ELVIRA. EN LA FALDA ESTÁ PINOS PUENTE.  

LA ALDEA DE BÚCOR SIEMPRE ES UN REGALO PARA LA VISTA. SU CAPILLA DEMUESTRA QUE EN SU ÉPOCA FUE BASTANTE POBLADA Y ACTIVA. MORADA DE MIS ASCENDIENTES DURANTE BASTANTES AÑOS.  ES LUGAR DE HISTORIA PORQUE ES COLINDANTE AL CERRO DE LOS INFANTES, SOLAR QUE FUERA MORADA DE LA CIUDAD IBERO-ROMANA DE ILURCO.  UN PASADO GLORIOSO DEL QUE POCO SE CONOCE A PESAR DE LOS MUCHOS RESTOS ARQUEOLÓGICOS ALLÍ ENCONTRADOS.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...