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15 noviembre 2017

CORRER Y CORRER, COMO CONCEPTO EXISTENCIAL


Comenzaba esta tarde el rito anual de "recuperar" la ropa técnica de invierno y guardar la de verano. Este rito, observo, lo llevo a cabo en los últimos años mucho más tarde. Recuerdo cuando lo iniciaba recién comenzado octubre, pero ahora hay que entrar casi en diciembre. Otro dato empírico que demuestra lo cierto del cambio climático. Y, sin embargo, aún no significa que deba utilizar mallas y chubasqueros u otras prendas que abriguen del frío. Puedo juraros que el otro día tuve la ocasión de cruzarme con un corredor que iba enfundado en ropa de invierno avanzado y casi me dio calor al verlo. Yo, en cambio, vestía el mismo pantalón corto técnico de verano y tan solo una primera capa de manga larga, y aún así me sobraban las mangas. O el caso del del primer domingo de noviembre, con motivo de la celebración del Medio Maratón de Motril, en el que pude correr cómodo con la misma ropa técnica que he utilizado en julio y agosto. Y de eso quería hablar en esta entrada -no de la ropa, que tan solo ha servido como introducción- sino de ese medio maratón y la importancia que tuvo para mi fuero interno haber participado en él y haberlo acabado con buenas sensaciones, aún a sabiendas de que mi marca iba a estar muy por encima de la habitual -como así fue-, pero eso no importaba en absoluto.
   Importancia que años atrás no vislumbraba y eso es así porque el correr no es solo una actividad deportiva, sino un concepto de vida que se te pega a la misma allá donde vayas, casi como el respirar. O si no como el respirar sí como una aseveración que forma parte de tu psicología y la percepción que tienes del mundo, es decir, de tu filosofía ante el mismo. De ahí que fuera tan importante que estuviera en esa carrera. Algo así como si te hubieran entregado hace años varios boletos, sin los cuales no podrías sobrevivir, y observas de pronto que se te van agotando y necesitas ir a por más. Así que yo fui a por más a esa carrera y, sí, me traje conmigo un buen puñado que si bien no me servirán eternamente, sí para seguir sobreviviendo otro tiempo. Hubo un tiempo en el que me sobraban boletos. Es más, los regalaba de tantos que tenía, pero últimamente no puede tener esa prodigalidad.     
     Podría parecer que necesitara demostrarme a mí mismo que necesitaba acabar un medio maratón tras haber corrido en lo que llevamos de año -y ya está finalizando- tan solo uno allá por el mes de marzo, pero no se trataba de eso, entre otras cosas porque a estas alturas es absurdo que deba demostrarme a mí mismo que puedo acabar bien físicamente tras veintiún kilómetros. No, el asunto era mucho más complejo. Más espiritual. Más filosófico, como venía a decir antes.
   Algo así como quien siendo bailarín toda su vida, necesitará saltar a la pista de baile para volver a reencontrarse. Porque hemos de saber que lo que se consiguió no se hizo para siempre y que la vida no es otra cosa que una constante pérdida. De ahí que cuando la organización colgó mi foto de la entrada a meta optara por mirarla una y otra vez casi con ternura y emoción en la mirada, cuando años atrás eso no era más que una cursilería egocéntrica y rutinaria.     

01 septiembre 2012

MEDIA MARATÓN 1 DE SEPTIEMBRE

Foto del blog de José Manuel   http://josemanuelfv.blogspot.com.es
Le podríamos dar cualquier nombre, pero éste es muy idóneo. Es más, debería de institucionalizarlo. Un medio maratón distinto, que igual transcurre por hermosos caminos de la Vega de Granada, que atraviesa una pueblo en fiestas -Fuente Vaqueros- o que transcurre por la ribera del Río Geníl, cuyo enorme cauce apenas rebosa agua; o incluso, por algún trozo de carril bici entre Valderrubio y Fuente Vaqueros. Un medio maratón nada tumultuoso ni con una medición oficial, ni dotado de infraestructura alguna, ni coche escoba, ni Cruz Roja, ni Protección Civil, ni Policía Local- bueno, sí, los que controlaban el tráfico en las fiestas-, y mucho menos, Guarda Civil. Un medio maratón en el que el primero y el último es el mismo. No hay rivalidades, ni falta que hace. 
Tampoco había al final camiseta alguna de regalo -algo que ya es común a muchas pruebas del Circuito- ni puesto de cerveza gratuita (pero sí hubo cerveza, como se dirá más adelante). En fin, ya digo, un medio maratón muy especial, que comenzó a eso de las 9,30 horas de la mañana del 1 de septiembre -de ahí su nombre- y acabó 1 hora y 45 minutos más tarde -estaba bien medido-. Un medio maratón en el que, sin agobios,  permitía parar en cualquier momento para hidratarte del isotónico que portaba la correa de hidratación, sin que luego tuvieras la necesidad de remontar puestos o, igualmente, te permitía parar a hacer una necesidad fisiológica líquida o refrescarte en la fuente de Fuente Vaqueros -valga la redundancia-. Un medio maratón que puedes hacer en cualquier momento, siempre que la forma física te lo permita, sin necesidad que se cumpla el plazo de inscripción. Además, es gratuito.

LA CASETA
Pero contó con un serio inconveniente: esas fresquísimos cantinas de feria clásicas, adornadas a la antigua usanza con cañas de río y farolillos de papel, que presagiaban que allí servía cerveza helada que el único participante de este medio maratón observó a su paso por Fuente Vaqueros, cuando aún le quedaban más de 9 kilómetros. Un duro azote a la voluntad. Pero hechos éstos, como si de un antojo se tratara, y una vez refrescado y elongado, este único participante volvió sobre sus pasos en su coche y comprobó que la cerveza estaba más que helada y que los 'pinchitos' de carne a la brasa eran excelentes. Lo que había supuesto un rato antes.            

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...