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12 julio 2020

UNA RUTINA DE ENTRENAMIENTO BAJO MÍNIMOS

Los corredores habituales hemos de enfrentarnos a un sinfín de lesiones de mayor o menor alcance que pocas veces nos imposibilitan poder correr de manera habitual, pero en otras ocasiones nos hacen detenernos por completo. Mi caso está a mitad de camino desde hace tiempo al sufrir una tendinitis aquilea, que no me ha impedido correr de manera habitual aunque ha habido épocas en las que he tenido que espaciar los entrenamientos. En este caso, toda prevención es poca.
No ayuda una sobrecarga de entrenamiento ni correr por terrenos duros (asfalto, aceras), por lo que intento hacerlo por caminos el mayor tiempo posible.
La tendinitis del talón de Aquiles se manifiesta de manera evidente en la fase de enfriamiento de la zona lesionada, manifestándose el dolor de manera muy significativa cuando saltas de la cama, desapareciendo el dolor a medida que va calentándose la zona, es decir cuando llega la sangre a esa zona, por lo general poco irrigada. También, cuando estás un tiempo sentado sin actividad física alguna. Hay lesiones que comienzan a aflorar (el dolor) al poco de correr; otras, cuando llevas ya varios kilómetros, pero el dolor de la tendinitis aquilea, desaparece, precisamente, cuando llevas un par de kilómetros corriendo y eso es porque es cuando la zona está más irrigada, más caliente. Otra cosa distinta es que el dolor aparecerá sin duda cuando se enfríe. Y podrá ir a peor si no se pone remedio.
Por tanto, los expertos aconsejan siempre estiramiento permanente en esa zona, frío para bajar la inflamación –que en mi caso es evidente, pero no de manera espectacular– y, por supuesto, detener la actividad cuando la lesión esté más agravada. Sin embargo, detenerse por completo tampoco es lo más recomendable porque la inactividad podría provocar que la zona dañada empeorara por la falta de irrigación; en todo caso, andar es una buena idea. 
  Y como jamás me planteo dejar de correr alterno estas dolencias con soluciones que me suelo aplicar con constancia absoluta en las épocas de mayor gravedad. Además, del estiramiento, suelo aplicarme ultrasonidos que obran una verdadera mejora, así como frío y calor infrarrojo. Es una zona complicada para el Compex, por lo que lo último que he adquirido es un kit de rodillo revestido de suave hule, que no debe de faltar en la casa de cualquier deportistas, aunque el Compex vendrá de maravilla para gemelos y soleo.
Dicho esto, ayudará mucho a que la tendinitis aquilea no se agrave o mejore la descarga de la musculatura adyacente e, incluso, más lejana com es el caso de los isquiotibiales y, por supuesto, siempre del gemelo y el soleo, los músculos vecinos, así como correr por terrenos blandos y con perneras de protección, que últimamente he olvidado algo. Y, por supuesto, siempre hay que correr con zapatillas con buen nivel de amortiguación y olvidarse de las ya desgastadas por mucho cariño que les tengamos.
Toda ayuda es poca. 

27 marzo 2013

JURO QUE NO VOLVERÉ A LESIONARME

Juro que no me lesionaré más, me dije. Pero con un juramento no basta. Porque la lesión es inherente a la propia esencia de correr. Existe la posibilidad de no lesionarte tanto; de lesionarte menos; de lesionarte con menor gravedad. Pero no existe la posibilidad de no lesionarte. Pero aún así lo juro, a pesar de que sé que es un juramento falso y que el catolicismo es indulgente con los pecados.  

Sin embargo, lo importante es que el proceso de recuperación va a pasos agigantados. 
Por ejemplo, en la cuarta sesión de fisioterapia -que ha sido hoy-, los dedos y nudillos de Encarni -que es mi fisio actual- se han deslizado por mi gemelo izquierdo con la misma facilidad con la que se deslizan por una bolsa de harina. No sé si es una imagen adecuada, pero es la que he tenido. Eso se debe, decía Encarni, a que al ir desapareciendo la lesión, el músculo ya no se contrae. Es una mecanismo de defensa que se contraiga. Por tanto, correré algo esta Semana Santa, le dije, envalentonado. Mi consejo es que no corras; como mucho que alternes correr con andar y si sientes la más mínima molesta, te paras, dijo. Luego, no sé qué hacer. Total, por unos días de inactividad más nada va a pasar. Además, me he vuelto a enamorar de la MTB.
Sin embargo, en un sólo día pueden cambiar las cosas. De hecho, en la sesión de ayer, no existió esa facilidad. Percibía que los dedos y nudillos de la fisio encontraban mucha resistencia en determinadas zonas del gemelo y el sóleo. No vi las estrellas pero sí una sensación incómoda. 
Ya puedo ver la luz del final del túnel; aún no ciega mis ojos, pero ya la puedo ver. Pero la realidad es que quedan aún seis sesiones, seis, y mientras que éstas no se lleven a cabo, estaré oficialmente lesionado, aunque la lesión ya haya desaparecido por completo ¿Alhama el 14 de Abril? Es muy posible. 
Queréis un consejo gratis: No os lesionéis.  

20 marzo 2013

ODISEA DE UN CORREDOR LESIONADO

En esta entrada que voy a escribir trata sobre un aspecto relacionado con los corredores y su mundo y es de máximo interés -principalmente para quien esté federado-. Reconozco que el asunto que trataré podría ser un ladrillo o de poco interés para quien no corra, pero aún así aconsejo su lectura, porque expondré algo que tiene mucho que con el funcionamiento -o mal funcionamiento- de  otro asunto más que funciona mal en nuestro  decadente país. Veamos.

El esforzado corredor popular, José Antonio Flores Vera, se lesionó una fría tarde del sábado, 23 de febrero. Fue una lesión evitable, ya dije, pero lesión a fin de cuentas. En suma: salía a entrenar tras dos semanas de parón por mor de un resfriado y en el kilómetro cuatro más o menos, el gemelo izquierdo comenzó a molestarme y algo me digo que allí abajo pasaba algo; me dí la vuelta y desistí de completar la ruta de 14 kilómetros que pensaba hacer, como conté en su momento. Hasta ahí todo normal: corredor que sale a correr y se lesiona. 
Yo estoy federado a través de mi club Esquí-Atletismo Caja Rural desde hace bastantes años. Pero no fue hasta el año pasado cuando usé por vez primera los servicios de la Mutua General Deportiva, es decir, el seguro contratado por la Federación Andaluza de Atletismo en Granada. En esa ocasión, me atendieron rápidamente en una buena clínica y tras diez sesiones de ultrasonido e infrarrojos y la inactividad aconsejada, me recuperé por completo. Así que este año he vuelto a completar el breve protocolo exigido: llamar a Federación de Atletismo; abonar una cantidad de 3 €; rellenar el parte del accidente -lesión- que me envío la Federación por correo electrónico y  y remitirlo al seguro a su vez por correo electrónico, una vez escaneado. Ya sólo queda esperar la llamada del seguro. Todo eso fue completado el día 26 de febrero. 
A partir de ahí vino la odisea, la exasperante espera. 
Elegí la misma clínica del año anterior, pero el seguro me dijo que no atendían las reiteradas llamadas y me dieron a elegir otra clínica a la que 'suelen ir corredores'; ese mismo día, me volvieron a llamar diciéndome que no había forma de contactar con ellos, así que elegí una tercera, que también trataba a deportistas y que tenía sala de rehabilitación. Entre tanto pasó más de una semana, pero por fin me dieron cita el día 7 de marzo en esta clínica. Me atendió el traumatólogo y aconsejó una ecografía -sinceramente yo hubiera optado por ultrasonido e infrarrojos como el año anterior, mejor me hubiera ido-. Pero para poder realizar la ecografía en un centro especializado había que solicitarla al seguro. Comencé a temblar, de veras. 
Entramos en la segunda semana de marzo y el seguro aún no me había llamado, así que una buena tarde llamo a la clínica y afirman que solicitaron esa prueba el mismo día de mi visita. Me los creo. Llamo al seguro y me comentan que no les constaba que la clínica la hubiera pedido, pero les di datos más exactos y localizaron la petición. Al día siguiente llamaron indicándome los centros en los que podía elegir hacerme la ecografía. Elegí uno, del que sabía su buen funcionamiento. Me dieron cita para el día siguiente. 'Si no acude mañana ya no podrá ir hasta mediados de abrir', me dijeron. Se me pusieron de corbata.

El pasado 14 de marzo, como un reloj cogí la moto y me personé en el centro donde me hicieron la ecografía. Comenzando a comprender que la cosa iba a ir para largo, me aventuré y le pregunté al radiólogo sobre cómo veía la lesión y este me dijo que estaba en fase de resolución, como ya adelanté aquí en una entrada anterior. Esa misma tarde me llevé puesta la radiografía. Ahora tenía que verla el traumatólogo. 
Sinceramente, esperaba que el seguro me llamara al día siguiente, pero no fue así. Les llamé yo en la tarde del viernes, 15 de marzo, y me dieron a elegir la clínica en la que me diagnosticarían el resultado de la eco y donde comenzaría la rehabilitación si era necesario. Lógicamente, opté por la clínica a la que acudí inicialmente. 
Llegó el lunes, 18 de marzo, y el seguro, como era de esperar, no me llamó, pero fuí prudente y no les telefoneé ni el lunes ni el martes -hay tiempo me dije a mí mismo irónicamente-, pero lo he hecho hoy miércoles. Y en el seguro -como siempre, con corrección y amabilidad, me indican que están intentando concertar una cita con la clínica pero no hay manera. Y es cierto, yo mismo he llamado y la clínica y nunca te atienden. 
El próximo sábado hará un mes que me lesioné. 

Por tanto ¿qué está ocurriendo aquí? Se me ocurren varias cosas, pero intentaré no ser demasiado ocurrente y sí lo más razonable posible. 
Un comentario de la doctora que me atendió el año pasado mes dio las claves: estos del seguro de la Federación pagan poco, mal y en ocasiones nunca; antes había uno bueno, pero lo cambiaron.... -me vino a decir- y probablemente ya no volvamos a ofrecer nuestros servicios. Y, efectivamente, esta clínica -que es la primera que elegí- se negó a coger el requerimiento del seguro (por tanto ya ha debido desistir); y probablemente también la segunda. La tercera si atendió la cita, pero no parecen demasiados entusiasmados. Por tanto, las claves deben de apuntar a que nos encontramos ante un seguro que paga mal, tarde y en ocasiones nunca. Y si eso es así podría ser por dos motivos: 1. Porque el seguro, efectivamente, tiene fama de no atender bien los pagos y pagar tarde o nunca. 2. Que la Federación de Atletismo haya contratado un seguro barato y, por tanto, con pocas coberturas.
Sin embargo, lo triste de todo esto no es toda esa ineficacia demostrada. Lo verdaderamente triste es que lo que debiera ser una obligación -estar federado para poder correr- se esté convirtiendo en una broma pesada. 
Sería una magnífica idea que todo corredor popular estuviera federado, asumiendo una cuota razonable. Pagar una cantidad anual y saber que estás cubierto, toda vez que la sanidad pública no es una opción válida dada su lentitud y las pocas posibilidades de que te deriven a un especialista que, a su vez, considere oportuno obtener una eco. 
Pero resulta que estar federado en esta tierra se puede convertir en una mala idea, a pesar de que el precio anual de la licencia federativa no es un regalo (más económica si se opta a través de un club, que si se hace de forma independiente). 
Así que lo que debería ser la regla y lo normal, actualmente, no parece demasiado aconsejable. Probablemente en la temporada próxima no renovaré dicha licencia tal y como están las cosas. Y, lógicamente, expondré mis quejas a la Federación Andaluza de Atletismo en Granada. Es más, lo haré por correo electrónico en cuanto acabe de escribir esto.  
Aún así, persistente como suelo ser cuando creo que algo es justo, esta tarde volveré a llamar, a ver si hay suerte y no transcurre más de un mes entre lesión y diagnóstico.

ACTUALIZACIÓN A 21 DE MARZO:

Por fín recibí la anhelada llamada: ya tengo cita para el viernes, 22 ¿Rehabilitación? ¿Totalmente recuperado? 

14 marzo 2013

FOTOS QUE INVITAN A CORRER

El pasado sábado pude vencer al 'mono' de correr gracias a la MTB, pero no el domingo. 
Estaba la tarde muy lluviosa y fría y coger la bicicleta en esas condiciones no era la mejor de las recomendaciones, así que no tuve más remedio que andar por uno de los caminos que frecuento corriendo ¿Vencí el mono? Ya sabemos que no es igual andar que correr; sin embargo, sí pude hacer estas fotos que parecen vaticinar que pronto estaré pateando por estos lares.
De hecho, ya hay ecografía en la zona del gemelo y el doctor considera que existe 'antecedente de pequeña rotura fibrilar de la unión músculo-tendinosa en fase de resolución....entre el gemelo interno y el sóleo'. Es decir, que la recuperación va por muy buen camino.  Bastarán unas cuantas sesiones de ultrasonido (la lámpara de infrarrojos ya me la estoy aplicando en casa) y una buena sesión masajeadora con el Compex y/o fisio. También va a venir bien que cesen las lluvias para poder trotar por zonas blandas, que siempre son las que están más embarradas. Espero estar completamente listo para Semana Santa,  que es una época festiva en la que cada año aprovecho para correr de forma intensa, toda vez que no me interesa el ritual procesional ni me parece atractivo viajar en en fechas tan masificadas. 

Pues nada, ahí van esas fotos comentadas.


Cuando el camino es liso y está mojado la invitación a correr es irresistible. Foto de J.A. Flores

Siempre me ha gustado pasar junto a estos manzanos. Los veo a lo largo del año caducos, en flor y con su fruta; de ahí que me sean tan familiares. Foto de J.A Flores

En invierno es pura poesía ver las alamedas al fondo inertes, como adormecidas. Foto de J.A. Flores 

Llovía a cantaros en ese momento, pero el sol forcejeó con la lluvia más allá de el 'Piorno' y el espectáculo que ofrecieron fue majestuoso. Foto de J.A. Flores


No cabe duda que las alamedas inertes y dormidas sintieron cercano el arco iris. Foto de J.A. Flores

07 marzo 2013

YA HAY DIAGNÓSTICO

Ya hay diagnóstico de la nueva lesión. 
En puridad, no se puede considerar una lesión como concepto amplio y concluyente sino una lesión pequeña, tal y como vaticinaba. 
Una lesión importante se aprecia enseguida, tanto interna como externamente; te deja tirado en cualquier camino, carretera o calle; es tan cobarde, que ni tan siquiera te mira a los ojos y jamás avisa, a no ser que tengas ya bastante desarrollado eo 'oído' para 'escuchar'. 
En mi caso, esta última lesión fue generosa y me miró a lo ojos, algo similar a esa pequeña avería que a veces tenemos con los vehículos: no nos deja tirados, como sí suele ocurrir con las averías de más calado. Algo similar ocurre con las lesiones. 
Cuando el traumatólogo palpó el gemelo, casi inmediatamente diagnosticó que se trataba de un pequeño desgarro en el gemelo interno, quitando importancia a que hubiera algo de más calado. Era algo que yo ya casi sabía, pero desde siempre he procurado no adelantarme al diagnóstico de un médico, que eso denota prepotencia. 
Incluso conocía la causa de la lesión, que resultó ser la misma que me comentó el doctor: ¿has salido a correr sin calentar?, me preguntó. Sí, le contesté lacónico; y luego añadí -por decir algo, supongo-: jamás aprendemos. 
'Estas lesiones pueden venir tanto cuando sobreexplotamos el músculo como cuando ocurre lo contrario y forzamos sin calentar', me dijo. Y, efectivamente, cuando salí a correr -pensando que con dos semanas de inactividad la musculatura estaría descansada- ni tan siquiera se me ocurrió calentar. Activé el GPS y me lancé a correr y el día era muy frío. Por tanto, suspenso; ¡que digo, suspenso! muy deficiente, porque esas cosas no deberían ocurrir a quien ya lleva unos cuantos años corriendo. 
En otra cosa que acerté fue en el tratamiento poslesión: tres días de crioterapia, Traumeel desde el siguiente día y calor a partir del cuarto día. Y sobre todo, inactividad, que es la mejor aliada para estos casos. No obstante, me hará una ecografía (si la autoriza el seguro de la Federación) en la zona del gemelo para comprobar el aspecto de la rotura fibrilar, si bien el dolor ya prácticamente me ha desaparecido cuando camino. Acudiré a una sesión de fisioterapia cuando acabe de cerrar por completo la rotura fibrilar, porque no conviene que las fibras rotas se engarcen con las regeneradas.  
Por lo pronto, seguiré haciéndome de aparatos para el mayor cuidado domiciliario. Lo pronto será la adquisición de una lámpara de infrarrojos portátil, que me ayudará a la recuperación en futuras roturas fibrilares.                 

02 marzo 2013

HACIENDO LOS DEBERES

Estoy haciendo los deberes, en cuanto al proceso de recuperación se refiere. Hacer los deberes y recuperar son conceptos inextricables y conviene que vayan de la mano. Nada se consigue perdiendo la cabeza en esto de las lesiones. Tienen su recorrido, su tiempo, su proceso y hay que cumplirlos de forma escrupulosa. 
Pero ocurre que en ocasiones consideramos que ya estamos listos para correr porque cuando no nos exponemos al ejercicio, el dolor, por lo general, no suele aparecer, pero sigue ahí, agazapado como un animal herido a la espera de lanzarse sobre su pieza porque sabe que es la última oportunidad que le queda para seguir sobreviviendo. Sé que puede parecer  una metáfora excesiva, pero es cierto que una lesión suele ser como un animal herido. 
Por tanto, sigo con mi proceso pausado y ordenado: crioterapia los tres primeros días -seguirla más allá de 72 horas en lesiones normales no suele ser efectiva-, Traumeel desde el primer día y, sobre todo, no correr. Sin embargo, para alejarme de la oxidación sí continuo con alguna leve sesión de elongamiento muy suave y abdominales casi a diario; y ya hoy haré mi primera sesión suave de MBT con tan sólo 21 kilómetros de pedaleo, porque consideramos que con el pedaleo no forzamos demasiado y, sí, es cierto, pero tampoco hay que pasarse ya que aunque el gemelo no sufra el impacto del terreno sí trabaja con el continuo pedaleo, principalmente, en las cuestas.
A fuerza de lesiones -son ya unas cuantas en la misma zona- he llegado a detectar, sin necesidad de probarme corriendo, cuando estoy ya listo para correr y cuando no. Es algo que aprecias interiormente; hay una sensación extraña que te transmite ese dato. Y el dato que detecto no es otro que debo esperar algún tiempo más, toda vez que -además- aún no me han asignado clínica deportiva que me pueda atender. He recibido ya dos llamadas del seguro que gestiona la Federación de Atletismo en Granada y siempre me dicen que intentan concertarme una cita y no hay forma porque hay clínicas que no cogen el teléfono ¿La razón? No puede ser otra que la que ya me apuntaron en la clínica a la que acudí el año pasado: pagan mal, tarde y poco. A ver si hay suerte y la próxima llamada -y la tercera clínica ya- es efectiva.
Por tanto, que sirva esto como una denuncia expresa o tácita sobre el mal funcionamiento que hay en este asunto y que nos afecta a tantos corredores federados ¿Culpa de la Federación? ¿Culpa del seguro contratado? ¿Culpa de las clínicas adscritas? Conviene conocer qué ocurre. 

24 febrero 2013

TRES SEMANAS MÁS DE INVIERNO

Este sábado pasado volví de nuevo a la ruta tras dos semanas de parón por mor del resfriado, enfriamiento o lo que diantres haya sido; el caso es que he regresado en un día para olvidar, de esos en los que ni tan siquiera se escucha el trinar de los pájaros invernales.
Pero el destino ha querido hacerme ver que no era tampoco mi día, porque no había superado aún el kilómetro cuatro de una ruta programada de 14 cuando las sempiterna zona del gemelo-soleo -el izquierdo en esta ocasión- comenzó a lanzar proclamas y reclamos de dolor. Un dolor soportable pero agudo por momentos; así que subí la cuesta de quinientos metros de longitud que estaba subiendo, estiré un poco y decidí volverme para no caer en la estupidez de lesionarme definitivamente en el kilómetro siete, sabiendo que tendría que hacer otros siete para volver al punto de partido, lugar en el que estaba el coche. 
Esos siguientes cuatro kilómetros y pico de vuelta los hice -lógicamente- más suaves y me detuve en un par de ocasiones a estirar la zona. El dolor seguía presente, pero nada me impedía correr como sí suele ocurrir cuando te tienes que detener de golpe cuando sufres un desgarro fibrílar sobrevenida -la temida piedra-. 
Lógicamente, cuando llegué al coche decidí no estirar la zona porque nada hay más insensato que estirar una zona que pudiera estar desagarrada. Así que hice lo que siempre hago: estirar el resto de zonas, tomarme el isotónico y devorar dos o o tres piezas de fruta. Por tanto, algunas semanas más de invierno. 
He tenido diversas lesiones y casi todas en la zona del gemelo-oseo, pero ésta me ha dejado perplejo. Principalmente porque no es de recibo que se produzca una rotura fibrilar cuando he estado dos semanas de inactividad. Por tanto, la causa puede ser un tirón sufrido hace unos días, al que no le dí la mayor importancia, pero no el estrés muscular. 
Estaba jugando un intenso partido de tenis de mesa contra un chino a través del 'Kinect' de la XBOX 360 y noté como una especie de chasquido indoloro en esa zona; luego ya por la noche, en la cama sufrí un leve tirón, que lo atribuí a falta de potasio o a la inactividad (tener tirones cuando se pasa de actividad intensa a inactividad, es común). Luego, estoy casi convencido que ese puede ser el motivo; y ojalá lo fuera porque si es así no se puede hablar técnicamente de una lesión importante, nada que no se cure con las obligatorias sesiones de crioterapia y estiramientos suaves. No obstante, mañana pediré cita al centro de medicina deportiva al que acudía cuando la lesión del año pasado por estas fechas. Me vendrá muy bien unas cuantas sesiones de electroterapia por medio de infrarrojos (calor) y ultrasonidos porque no descarto algo de desgarro fibrilar ya que la tarde del sábado era muy fría y no recuerdo haber calentado lo suficiente.   

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...