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24 febrero 2013

TRES SEMANAS MÁS DE INVIERNO

Este sábado pasado volví de nuevo a la ruta tras dos semanas de parón por mor del resfriado, enfriamiento o lo que diantres haya sido; el caso es que he regresado en un día para olvidar, de esos en los que ni tan siquiera se escucha el trinar de los pájaros invernales.
Pero el destino ha querido hacerme ver que no era tampoco mi día, porque no había superado aún el kilómetro cuatro de una ruta programada de 14 cuando las sempiterna zona del gemelo-soleo -el izquierdo en esta ocasión- comenzó a lanzar proclamas y reclamos de dolor. Un dolor soportable pero agudo por momentos; así que subí la cuesta de quinientos metros de longitud que estaba subiendo, estiré un poco y decidí volverme para no caer en la estupidez de lesionarme definitivamente en el kilómetro siete, sabiendo que tendría que hacer otros siete para volver al punto de partido, lugar en el que estaba el coche. 
Esos siguientes cuatro kilómetros y pico de vuelta los hice -lógicamente- más suaves y me detuve en un par de ocasiones a estirar la zona. El dolor seguía presente, pero nada me impedía correr como sí suele ocurrir cuando te tienes que detener de golpe cuando sufres un desgarro fibrílar sobrevenida -la temida piedra-. 
Lógicamente, cuando llegué al coche decidí no estirar la zona porque nada hay más insensato que estirar una zona que pudiera estar desagarrada. Así que hice lo que siempre hago: estirar el resto de zonas, tomarme el isotónico y devorar dos o o tres piezas de fruta. Por tanto, algunas semanas más de invierno. 
He tenido diversas lesiones y casi todas en la zona del gemelo-oseo, pero ésta me ha dejado perplejo. Principalmente porque no es de recibo que se produzca una rotura fibrilar cuando he estado dos semanas de inactividad. Por tanto, la causa puede ser un tirón sufrido hace unos días, al que no le dí la mayor importancia, pero no el estrés muscular. 
Estaba jugando un intenso partido de tenis de mesa contra un chino a través del 'Kinect' de la XBOX 360 y noté como una especie de chasquido indoloro en esa zona; luego ya por la noche, en la cama sufrí un leve tirón, que lo atribuí a falta de potasio o a la inactividad (tener tirones cuando se pasa de actividad intensa a inactividad, es común). Luego, estoy casi convencido que ese puede ser el motivo; y ojalá lo fuera porque si es así no se puede hablar técnicamente de una lesión importante, nada que no se cure con las obligatorias sesiones de crioterapia y estiramientos suaves. No obstante, mañana pediré cita al centro de medicina deportiva al que acudía cuando la lesión del año pasado por estas fechas. Me vendrá muy bien unas cuantas sesiones de electroterapia por medio de infrarrojos (calor) y ultrasonidos porque no descarto algo de desgarro fibrilar ya que la tarde del sábado era muy fría y no recuerdo haber calentado lo suficiente.   

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