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24 enero 2011

HAN DE CAER TODAS LAS MÁSCARAS DE ESOS PÉTREOS ROSTROS (Publicado en el periódico digital: Por Andalucía Libre)


En esta región sumisa como pocas, los andaluces (y andaluzas) que aún estamos en la edad de trabajar y formarnos, hemos crecido bajo la batuta de una clase política provista de máscaras y poca dilección, pero tras treinta años de “régimen” (nunca es conveniente que un partido político, el que sea, permanezca tanto tiempo en el poder) las máscaras comienzan a ir desprendiéndose de esos pétreos rostros y a cada cual se le está viendo su verdadera faz. Quizá sea tarde, pero siempre es mejor tarde que nunca.
Los “regímenes” tienen la desventaja de autoinmolarse y morirse de éxito. Y esa muerte es probable que esté ya llegando a estas ajadas tierras. Entre otras cosas porque no es posible mantenerse tantos años vendiendo humo e involucionando.
Andalucía es una tierra afortunada, dotada de recursos naturales únicos como ya comprobaron las antiguas civilizaciones que hicieron patria por aquí. Una tierra que podría ser mucho más próspera y menos sumisa si hubiera tenido mejores gobernantes. Pero es necesario dejar claro que cada tierra tiene los dirigentes que elige y, probablemente, los que se merece. Es defendible que en la primera elegibilidad de un político o un partido concreto la culpa del desatino electoral sea de ese político o ese partido concreto, pero en segunda y sucesivas elegibilidades la culpa, por fuerza, ya tiene que ser del electorado, que conociendo como funciona ese político o ese partido, que aún sabiéndolo, sigue apostando por ese voto. De hecho, ahí tenemos el ejemplo de Italia con un Berlusconi dos veces reelegido por sus compatriotas. O el caso de Bush, que a pesar de que venció utilizando técnicas trapisondas en su primera elección, fue ampliamente reelegido en la segunda.
Pues bien, en Andalucía no ha habido una ni dos reelecciones sino múltiples. Es más, reeligiendo en esas múltiples ocasiones al personaje Chaves, probablemente el político más nefasto que ha habitados estas tierras y que en premio a sus servicios prestados retorna al gobierno de Madrid no se sabe bien por qué motivos.
Pero no pensemos, ni creamos que ha habido renovación en su partido. Todo lo contrario. Al mando del gobierno andaluz ha dejado a su buen amigo –otrora también Ministro de Trabajo como el mismo Chaves- José Antonio Griñán, Presidente del Gobierno de todos los andaluces, pero no elegido por éstos. Y es Griñán, quien ha tomado la decisión que está contribuyendo a eliminar esas máscaras de las que hablaba líneas más arriba. Esa decisión es la de reordenar el sector público andaluz, ámbito en el que no parece creer el Presidente. Una reordenación que está asumiendo de forma fraudulenta ya que de lo que se trata no es de reordenar sino de solucionar ese desaguisado de empresas públicas, fundaciones, entes instrumentales y no se sabe qué otras denominaciones que esconden no se sabe qué intereses confesables o no.
De la disección de ese colectivo –que en puridad ni se sabe con exactitud de cuantas personas se compone porque nadie se ha molestado en informar, pero se dice está compuesto de más de treinta mil personas- deducimos a su vez distintos intracolectivos a saber: personal de dirección o bien altos cargos, que lo forman básicamente personas del propio partido en el poder que han tenido algún tipo de cargo público (exalcaldes, exconcejales, exdiputados, exdelegados provinciales, excargos de todo tipo); personal laboral fijo o no, situados también en la órbita del partido como es el caso de algún delegado provincial que otro (muchos de ellos optaron a la condición de laboral fijo tras superar un concurso oposición a la medida); personal contratado, entre los que se encuentran personas que nada tienen que ver con el partido en el gobierno, al menos en apariencia; e incluso se afirma (yo no lo sé) que también hay personas afines a los sindicatos mayoritarios, es decir, UGT y CCOO. Pero el denominador común de todo este personal es que no pueden ser considerados empleados públicos en puridad, de acuerdo con la denominación que hace el Estatuto Básico del Empleado Público.
Lo que pretende el gobierno andaluz no es otra cosa que todo ese conglomerado de personal se convierta en empleado público en igualdad de condiciones a quienes sí lo son, es decir, quienes integran la Administración General que presta sus servicios en Consejerías y Delegaciones Provinciales y, últimamente, en alguna que otra Agencia Administrativa : Funcionarios y laborales fijos.
¿Y como lo harían? Es decir, ¿Qué harían para convertir a todas esas personas en empleados públicos? Muy fácil: hacerles concursos-oposiciones a la medida, es decir, montando una fase de oposición fácil y baremando de manera generosa méritos que sólo tendrán quienes opten a esa plaza. Y cuando eso ocurra estas personas ya serán de por vida empleados públicos en igualdad de condiciones de quienes han accedido a través de una oposición o concurso-oposición duro y selectivo. Al mismo tiempo, dejarán sin opciones a todos esos miles de jóvenes que cada año salen de las universidades, institutos o formación profesional, ya que las plazas públicas que deberían de salir a través de las anuales ofertas de empleo público ya estarán más que copadas por todo ese personal referido de la administración paralela indicada.
Todas estas personas de la calle podrán presentarse a esos concursos-oposiciones pero aunque aprueben la oposición, se quedarán sin plaza, es decir, que serán doblemente engañados. Por eso es tan importante que se derogue el Decreto-Ley 6/2010. Importante para el empleado público legal e importante para la ciudadanía en general.
Hay que evitar que todos esos intereses gubernamentales, contrarios a la ciudadanía, sigan su curso. No es permisible tener un gobierno que lejos de ser garante del empleo público es contrario a él, excepto, cuando se trata de beneficiar o situar a alguien de su zona de influencia; hay que evitar que el gobierno andaluz siga actuando como si fuera el amo del cortijo. Andalucía ya no puede seguir siendo el cortijo que ha sido en los últimos treinta años. Hay que buscar el cambio. Y, sobre todo, que caigan definitivamente todas esas máscaras de todos esos pétreos rostros.

Enlace de Por Andalucía Libre, tal vez el digital más comprometido con la información real de Andalucía, es decir, es información que oculta Canal Sur, El País, La Ser y otros medios afines.

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