27 octubre 2012

A RODAR A JAÉN

Mañana domingo, con lluvia o con sol y si los dioses me son propicios iré a rodar a Jaén y, de esa manera, ordenada y constante, completar lo que me propuse hacer entre septiembre y diciembre: unos seis medios maratones, como homenaje a un año tardío de entrenamiento y competición y preludio de lo que podrá ser muy probablemente un maratón en los primeros tres meses de 2013, que ya toca.

Me gusta Jaén y me gustar correr en Jaén. A menos de un cedé de Granada encuentro un lugar interesante, recóndito, ciertamente misterioso, identificado con su dilatada historia y que programa buenas pruebas. Corrí allí en su S. Antón, en una fría noche de enero de hace algunos años, de la mano de dos excelentes anfitriones jienenses, Jesús Garrido y Paco, corredores y blogueros, y Eduardo, corredor de La Zubia y antiguo bloguero. Ellos lo pasaron bien, porque fueron a divertirse, pero yo le tomé apegó a mi máxima velocidad que pude sacar en ese momento y ésta no me permitió disfrutar del todo del bello espectáculo que supone correr de noche en esta ciudad. El viaje lo hice con Jose del Oliver, algo que redondeó esa noche fantástica de deporte, amistad y turismo; y corrí allí también en su Media Maratón de 2010, en una mañana en la que ni los perros se animaban a salir de sus casillas, pero que resultó ser una prueba interesante y amena, agasajada con una impresionante y repleta bolsa del corredor. El año pasado estaba inscrito, pero no recuerdo bien el motivo por el que no fui finalmente. Así que tocaba este año, a costa de sacrificar la prueba de Santa Fé, última del circuito de este año.

Me empapé de Jaén de la mano de la buena literatura de Eslava Galán, arjonense él como Al-hamar, el reyerzuelo de la población que tuvo la visión de montar el primer reino musulmán -el nazarí- de Granada. Arjona, tierra misteriosa de raíces romanas y poderosas familias musulmanas y mártires cristianos. Y también me empapé de Jaén a través de Casa Gorrión, lugar del que escribí y publiqué un artículo en Ideal de Granada y de Jaén, que se guarda –gracias- entre los escritos sobre la casa que sus regentes incluyen en la reciente página web de la misma. Una taberna antiquísima y muy literaria que también Nicolás Wilcox, apócrifo de Eslava Galán, incluye como taberna de referencia en su Lápida Templaria.   
Porque Jaén es literaria y provinciana al mismo tiempo y esa mezcla confiere a la antigua ciudad del Santo Reino un sabor especial. Allí no llega el turismo en masa, ni falta que hace. Y allí, las grandes civilizaciones tuvieron a bien guardar muchos de sus tesoros. Dicen que en su suelo pudo estar –o está- la misteriosa mesa del Rey Salomón, que guarda el secreto del nombre de Dios, ese que no se ha de pronunciar; y dicen que allí el catolicismo en ciernes tomó buena nota de los ritos paganos y ancestrales, para imitarlos después. O la conocida historia del lagarto, que en realidad podría ser la precuela o bien el simbolismo del dragón de S. Jorge que el cristianismo adoptó para sí (el bien contra el mal; o viceversa); y la historia de su hermosa catedral renacentista con elementos muy importantes debidos a Andrés de Vandelvira -cuya estatua preside  la parte trasera de la Catedral- construida sobre el solar de antiguos templos sagrados.
Allí rodaré, por tanto, a pesar de sus dificultades orográficas y las muchas posibilidades de que el domingo vuelva a ser de esos que los perros borran de su agenda. Pero rodaré suave, pensando más que nada en la siguiente semana, en la Media de Granada. Me propongo un ritmo medio que esté entre 4'45'' a 4'50'' el mil, porque de esa forma esos 21 kilómetros se parecerán más a un entrenamiento que a una prueba de competición.  

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