05 septiembre 2012

CINE: EVA (ESP, 2011)



Hace unas cuantas noches acerté de lleno viendo esta extraña y poética película, 'Eva' de un director novel  español, que responde al nombre de Kike Maillo. Una película impresionante que obtuvo 3 Goyas en 2011 (mejor director novel, mejor actor secundario y efectos especiales), además de 12 nominaciones más. Avalada también por el premio a los mejores efectos especiales en el prestigioso festival de Sitges de cine fantástico. Y es que se trata de una película de género que cuenta con un guión fascinante y desconcertante, todo un dechado de imaginación de esos cuatro guionistas autores. 
Esta película transmite un extraño y poético halo que es difícil expresar con las palabras. Hay una historia fantástica, pero es muy visual. Y poética, ya digo. Un cine arriesgado porque a pesar de que su temática pudiera haber sido tratada en otras películas, no recuerdo haber visto ninguna con textura tan original. Y, además, se trata de una película cien por cien española, si bien ha habido un enorme acierto en asignar el papel principal al actor alemán de origen español, Daniel Brühl, que ya nos convenciera tanto en aquel excelente película teutona 'Good bye Lenín'! 
Pero me gustaría detenerme en la interpretación del cada vez más consolidado Lluís Homar en su papel robótico. Sencillamente magistral. Un papel que te marca. Excelente también la niña Claudia Vega. Increíble su desparpajo. 
La poesía de esta película viene auspiciada por todo ese trasfondo de paisaje nevado tan cautivador, que nos transmite la sensación de una situación geográfica en algún lugar del Este europeo o en la misma Rusia. Esa situación geográfica no es algo que preocupe a su director ya que lo que se intenta transmitir es una ciudad futurista cualquiera, sin necesidad de acudir a unos efectos especiales artificiosos, a pesar de referirse a robótica aún inexistente -pero quién sabe si en pocos años no será realidad lo que muestra la película-. Una buena historia, aunque sea de género futurista, no ha de adornarse de artificios excesivos. Y eso parece haberlo comprendido el director y los guionistas: hay un uso muy mesurado de esos efectos especiales y de ahí que mereciera el Goya en esa categoría. 
En fin, una grata, gratísima sorpresa. Un cine español contemporáneo que cada vez me convence más. De hecho, le está arrebatando espacio al norteamericano, de entre mis preferencias. 
Qué hermoso lirismo y fatalismo en la frase finalista: ¿Qué harás cuando cierres los ojos? ¡Qué pregunta tan perturbadora!  
Hay que verla.  

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