25 julio 2011

..Y, POR FÍN, LA SUBIDA DESDE EL DORNAJO




Como ya he comentado en varias ocasiones, cuando es tan corto el margen de entrenamiento para afrontar una prueba como la del Veleta hay que ser muy estricto en los escasos -pero duros- entrenamientos planificados.
Esta semana comenzó con una subida al Torreón, continuó con la subida al Castillo de Moclín y la he cerrado con el entrenamiento del Dornajo, en cuya ruta se encuentran las rampas con el porcentaje -en algunos tramos se supera el 10%- más alto de toda la subida al Veleta a decir de Enrique Molina, que como "alma mater" de esta prueba conoce cada kilómetro como la palma de su mano.
Por tanto, satisfecho de ese entrenamiento hecho en la mañana del domingo, justo el día antes en el que inicio un medio-largo viaje de vacaciones del que espero venir recuperado ya que no pienso llevarme las zapas.
Pero me centraré en la subida al Dornajo que es lo que importa porque esta subida merece una entrada especial. Además, ha habido connotaciones y anécdotas muy satisfactorias que paso a contar.

UNA SUBIDA COMPLICADA


Los kilómetros iniciales son extremadamente duros. Así debieron verlo Samuel Sáhcez y Dani Navarro, dos de los ciclistas españoles actuales en mejor forma.


Los primeros siete kilómetros -de los doce de que se compone la subida hasta la Hoya de la Mora- son para muchos los más complicados, con rampas -como decía- en torno al 10 % en algunos tramos, algo que hace las delicias de la prensa especializada en las grandes etapas del Tour, la Vuelta o el Giro.
La antigua carretera de la Sierra, desde el Dornajo, guarda muchas sorpresas y, como insinuaba Mario, esas curvas que van elevando la altura son verdaderas paredes.
Arranqué justo desde el Centro de Visitantes y no quise -o no tuve necesidad- de hidratarme hasta el kilómetro cinco de subida, que en mi opinión son los kilómetros más complicados. En el kilómetro cinco me detuve para hidratarme y arreglar un asunto fisiológico menor. Ingerí Isostar muy fresco -había estado toda la noche en el congelador- que portaba en uno de los bidones de la correa de hidratación y eso me dio alas, sufriendo mucho menos en dos siguientes kilómetros de dureza.
Durante todo el recorrido encontré el ánimo continuado del "alma mater" de la prueba y presidente del Club Atletismo Maracena, el muy popular, Enrique Molina, que subía en coche para acompañar al bastetano Ramón Arredondo, que este año se entrena en la subida. Eso ha tenido la connotación especial, no sólo de contar con el ánimo de ambos, sino de tener la suerte de poder bajar con ellos en coche ya que me desaconsejaron que hiciera sufrir las piernas en una bajada de tal relieve.
Buenos tipos del atletismo y del fondo, siempre dispuestos a dar consejos y estimular como lo hacía Arredondo al adelantarme raudo por una de las rampas de subida al Dornajo: "que bien te veo", me dijo. Curiosamente esa era la frase que yo le tenía a él preparada cuando me adelantara. Ambos convinimos en el coche que subía demasiado rápido y, probablemente, su molestia -creo- en el isquiotibial derecho- pudo estar provocada por ese motivo.
Particularmente motivadora han sido también la presencia de quien acompañaba en coche a Paco Pepe -atleta éste muy conocido en este mundillo, con el que he subido durante casi un kilómetro, hasta la Virgen de las Nieves, desde la Hoya de la Mora-, un hombre ya mayor y muy activo que me aconsejaba que subiera la bicicleta en el coche y la dejara en una de las casetas, de esa manera podría bajar con ella. Al llegar a la Hoya me encontraba con ganas de seguir subiendo y, como decía, acepté la invitación de Paco Pepe para que le acompañara -él iba hasta Borreguiles-, y lo hice tan sólo hasta la Virgen porque ya había apalabrado con Enrique Molina y Arredondo que bajaría con él en el coche. Me estaba esperando en el Albergue militar.
Hoy, como los días anteriores, he subido sin forzar demasiado, a una velocidad media de nueve kilómetros por hora.

Los últimos cinco kilómetros sin ser tan duros como los siete anteriores tienen su dureza y son muy psicológicos. Además, el Veleta parece recordarte en todo momento que aún has de llegar allí.

Si los siete kilómetros iniciales, como decía, son muy duros, los otros cinco hasta llegar hasta la Hoya necesitan de una buena psicología para afrontarlos. Sin ser tan duros que los siete anteriores, se convierten en una guerra psicológica ya que aparecen grandes rectas en subida permanente y hacen que el corredor perciba con nitidez todo lo que se ha de recorrer hasta llegar a la siguiente curva. Además, ya es claramente perceptible el Veleta y con toda seguridad el magno pico se encargará de recordar en todo momento al corredor que hasta allí hay que llegar.
La anécdota ha sido la celebración del Triatlón de Sierra Nevada, algo que desconocía. Precisamente en el kilómetro diez -donde pensaba detenerme para volver a ingerir líquido- la organización de esta prueba cortaba la carretera a vehículos para posibilitar el paso de los triatletas que ahora subían corriendo desde Pradollano. Sus gestos eran expresivos de la dureza acumulada en sus piernas y muchos de ellos ya echaban el pie en tierra para andar. Pregunté al acompañante de Paco Pepe cuanto quedaba para la Hoya y este me dijo que dos kilómetros.
Estos dos últimos kilómetros me parecieron duros ya que las instalaciones de la Hoya -ambigús, restaurante, albergue militar y otros- se encuentran a bastante altura, justo en el inicio de la subida al Veleta, que es donde se corta el paso al tráfico rodado, excepto a los vehículos autorizados. Así que sin pensarlo dos veces, por la izquierda para no interrumpir el ritmo de los triatletas que iban por la derecha, asumí esos dos kilómetros finales y desde la Hoya completar ese escaso último kilómetro con Paco Pepe.
Subía cómodo y no me encontraba particularmente cansado porque recuperaba muy bien en ese escaso minuto que me dedicaba a beber líquido, pero la realidad era que tenía que volver para bajar en coche, como antes indicaba. Por tanto dí por concluido con broche de oro el probable último entrenamiento en alta montaña. Una subida que me ha gustado sobremanera. Poder rodar en altura por esos lugares silenciosos, dejando atrás señales que indicaban los 2000, los 2500, los 2750 metros de altura y pensar que dentro de unos meses esa zona será intransitable a causa de la nieve...todo se convertía en emocionante, a pesar de la fatiga de la subida continuada. La grandeza estribaba en poder estar ahí.
Ahora nos marchamos unos días a Valencia, los cuales me vendrán muy bien para recomponer la musculatura. Durante ese tiempo no correré ningún kilómetro y valoraré seriamente qué haré en la última semana anterior al siete de agosto.
Seguramente volveré a la alta montaña, tal vez, para andar más que correr y aclimatarme aún más y el resto del tiempo lo dedicaré a una tirada de 32 kilómetros en llano y a días de mantenimiento y recuperación con no más de 15 kilómetros a ritmo trotón. Es vital dejar que las piernas se recuperen de las subidas, al menos, con cinco días de antelación a la fecha de la prueba.
Bajé con el coche por la antigua carretera de la Sierra, que arranca también desde Pinos Genil. Esos cinco o seis kilómetros, que se encuentran más o menos entre el 11 y el 16 de la prueba me parecen duros, a pesar de que nos cogerán con las fuerzas intactas hay que ser prudente. Ser prudente ahí y los siguientes hasta la llegada al Dornajo será elemento clave para afrontar la subida hasta la Hoya y desde allí, como bien dice Javi, habrá que alternar correr con andar, aunque mucho me temo que esa alternancia habrá que hacerla algo antes según indican muchos corredores.
La prudencia, la mesura, la cabeza calculadora y la paciencia serán grandes consejeros el día siete porque lo demás -lesiones, pájaras y otros imponderables- no se pueden predecir.
Espero vuestros comentarios, opiniones, consejos..., que aunque estaré fuera seguramente podré leeros en la lejanía.

4 comentarios:

  1. Qué bien narras tu proeza, porque yo no me atrevo a calificarlo de otra manera. Da la sensación al que lo leemos que también subimos corriendo contigo a ese "Dios Veleta".
    Enhorabuena a todos los que vais a subir esa dura travesía.
    Pásalo bien en Valencia (mi tierra natal, donde vive gran parte de mi familia y donde me escapo cada vez que puedo), disfruta de su encanto,tiene rincones preciosos.
    Saludos y felices vacaciones.

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  2. No hay nada que motive más y que haga superar las dificultades QUE TENER ILUSIÓN y en tus palabras ésta se desborda y se percibe como un torrente.
    TE VAS A SALIR EN LA SUBIDA!!
    Descansa en tus mini vacaciones y para aclimatarte de urgencia anda a mucha altura durante 3-4 horas un par de días si encuentras fechas.
    Lo demás vendrá rodado por tu motivación y esa ilusión tan grande con la que afrontas el reto. Un saludo.

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  3. en ilusión 100% de preparación, 95% listo para el reto, el 5% restante está en camino... hubo trialton en granada y duro, alli había caras conocidas que vimos en el purche sufrir y disfrutar

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  4. Espeluznante apuntarse a semejante barbaridad.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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