18 septiembre 2010

BALADA DEL CORREDOR SOLITARIO



Aunque no vaya a elaborar una composición poética provenzal, según la tercera acepción de balada ofrecida por la Real Academia de la Lengua, en su primera y segunda acepción existe sentimiento amoroso y existe sentido legendario y, de fondo, poesía, mucha poesía. Por tanto, ¿no está repleto nuestro deporte de todos esos atributos?
De ahí que justifique ese título como "balada", que se me ocurrió (estas cosas solo se te ocurren corriendo) ayer por la mañana mientras hacía con bastante ánimo y motivación más de 16 kms., por una Vega lluviosa y silenciosa (¡Dios, qué belleza!), desperezándose por abrirse al día poco a poco.
Pensé que sería buena idea ese título para hablar del corredor solitario. Ese corredor que habitualmente corre sólo -que bien podría ser yo, pero también alguno de vosotros-.

Yo, como corredor solitario la mayoría de las veces, encuentro en ese onanismo una doble y hasta un triple motivación y pocas veces siento que salgo a correr en soledad, ya que son una pléyade de sensaciones las que me acompañan a lo largo del recorrido. Por decirlo con esforzado sentido poético, correr en soledad es una soledad tumultuosa.
Porque al escuchar tan sólo la respiración -hace ya mucho tiempo que no corro con música- y el ruido del impacto de las zapatillas contra el asfalto o la tierra (y siendo consciente que esos sonidos están totalmente integrados en la actividad deportiva) la mente divaga de un lado para otro y acostumbro a otear los campos que me rodean y a seguir el tenue y limpido hilo de luz de las claras acequias de la Vega; en otras ocasiones, sigo el vuelo torpe de algún pájaro al que la luz del día le da otra oportunidad de camuflarse con el entorno entre los frondosos árboles. Pero casi siempre avanzo con la emoción a flor de piel por mor de los kilómetros hechos y los por hacer. E incluso hablo conmigo mismo, entablando un diálogo interior de lo más variopinto. En ocasiones me dedico a pensar en algún artículo que voy escribiendo mientras devoro kilómetros; y en otras ocasiones le voy dando forma y solución a pequeñas onerosidades cotidianas, que se convierten en minúsculas cuando las endorfinas están en su punto álgido, a pesar de que horas antes, en el terreno de los seres vivos, se tornaban irresolubles.
Pero de todo, lo que más me place es poder sentir la sensación de estar ausente de todo. Ese es mi verdadero privilegio.
A veces, en mitad del trayecto ha comenzado a caer una tenue lluvia y he comprendido que eso ha ocurrido porque tan sólo faltaba ese detalle para que la felicidad sea total. Las piernas se van alzando por atrás y el nivel de calentamiento de los músculos inferiores está en su punto exacto para no sentir molestias; la respiración es tranquila y las pulsaciones son cómodas y, entonces, comienza a caer esa tenue lluvia. Y dices gracias. No sabes por qué ni a quien se lo dices, pero la realidad es que de tu boca ha salido un sonoro: ¡¡gracias!! Igual que en otras ocasiones gritas fuerte para espantar y, de camino salvar, a los pájaros ante la presencia de los cazadores (eso algún día me meterá en un buen lío), ser al que odio casi al mismo nivel que al torero.
Y es que cuando corres en soledad se confecciona todo un mosaico de pequeñas sensaciones que hacen que esa soledad se convierta en la mejor de las compañías.

4 comentarios:

  1. Por algo eres mi blog de referencia amigo!!!es una pena no poder tomarnos unas cervezas juntos después de una veintena de kilómetros...Un abrazo

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  2. bien por optar por el sonido de la carrera en solitario.
    Vas a Guadix? concretamos yo no lo se todavía.

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  3. José Antonio, permíteme una nota literaria atrevida, desde el humilde conocimiento que tengo de Houellebecq y de lo que sobre él he leído: témete lo peor. En el sentido de provocación, irritabilidad, agitación... Y a mí me gusta, y mucho. Ampliación del Campo de Batalla lo tengo pero aún no lo he leído, pero sí Las partículas elementales, Plataforma y la Posibilidad de una Isla. Y créeme, indiferente no te deja. La extinción del hombre occidental medio de nuestros días...

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  4. Paco, esas cervezas caerán tarde o temprano. Falta que coincidamos en una prueba y dispongamos de un poco de tiempo. Gracias amigo.

    Mario, creo que iré. Si piensas ir me echas el móvil.

    Javi, sabía de tu afición por el francés maldito. Precisamente buscaba ese tipo de literatura provocación. También tengo de este autor "Lanzarote". Ya te contaré, que ya estoy comenzando a echarle el diente.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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