04 abril 2010

COMENZAR UN LIBRO, ACABAR UNA CARRERA.




Pocos momentos tan emocionantes como comenzar a leer un nuevo libro...

Toca devorar un nuevo libro. Qué momento más grato ese: de pie frente a los anaqueles de la cada vez más abigarrada librería, comenzar a sentir el tacto de los lomos posados tranquilamente en los estantes, durmiendo una especie de sueño de los justos, hojear las páginas, descubrir la sinopsis del argumento, los datos del autor, qué momento.


....y pocos momentos tan especiales como acabar una dura prueba

Un momento de emoción similar a acabar una prueba dura -un maratón, qué duda cabe- o comenzar a correr tras un periodo de lesión. Momentos de dicha, de plenitud, a estas alturas de la vida, tal vez algunos de los momentos individuales más gratificantes ante tanta estulticia en el exterior.
Acabado caín de Saramago -no, no se trata de una falta ortográfica poner ese nombre bíblico con minúscula sino un modesto homenaje al maestro portugués-, toca preguntarse de nuevo qué género, qué narración, qué ensayo, elegir, si bien la decisión ahora, inevitablemente, vendrá de la mano de la tercera y última entrega del ciclo Millennium de Stieg Larsson, La reina en el palacio de las corrientes de aire, toda vez que la tercera película ya está tocando a la puerta para verla y conviene tener la novela leída, toda vez que el cine en esta ocasión está siendo muy fiel a la literatura y no quiero dejar de verla por nada del mundo. Por eso conviene leer antes la novela.


Sin embargo, había otras prioridades a punto de ser devoradas que deberán esperar, entre ellas La noche de los tiempos de Antonio Muñoz Molina, que acaba de ser elegido libro del año por una revista especializada. Y eso le sitúa entre las prioridades que aún aguardan. Sin olvidar El niño 44 del británico Tom Rob Smith o Black & Blue la novela negra del escocés Ian Rankin, entre otros muchos títulos pendientes.
Qué ansiedad más placentera.

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