28 junio 2009

INTEGRANDO LAS CUESTAS EN LA VIDA



Dicho así, tal y como se puede leer en el título, pareciera que, tras un largo periodo de reflexión, de pros y contras, de intentos más o menos baldíos, es decir, tras un periodo de duro parto, finalmente, como resultado de una meditación profunda y arriesgada, integro las cuestas.
Las cuestas de la vida. Las cuesta del corredor. Ambas muy parecidas, porque no son más que la apuesta por no sucumbir a esos duros tramos, que se producen tanto en la vida como en los caminos del corredor.
De ahí que las metáforas sobre la vida se puedan aplicar al correr y viceversa; de ahí, que a los corredores también nos sintamos cómodos en la filosofía, en la literatura y hasta en el arte.
Porque mucho de eso hay cuando se asume una cuesta (dejo ya a la imaginación del lector las de la vida o las del corredor). En una cuesta sufres físicamente y sufres psicológicamente. De hecho, hace apenas unos días, comentaba aquí mismo con motivo de la subida a La Ragua que para subir esas demoniacas cuestas hay que ir muy preparado psicológicamente. Y esta mañana de domingo pensaba lo mismo, cuando en soledad, con el silencioso ruido (en el silencio también es detectable el ruido si estamos habituados a ello), afrontaba esas temibles rampas iniciales que conducen al Torreón árabe de Albolote. Volvía de nuevo a presentir las mismas sensaciones del espíritu de La Ragua, porque sabes que cuando te enfrentas a una cuesta alrededor no hay nada, sólo tú, tu cabeza, tus pulmones, tu corazón y tus piernas. No hay apoyos y el asfalto o el camino es hostil sin remilgos. Y poder subir en esas circunstancias, con todos los elementos en contra es dignificarte como persona y como corredor.
Porque existe también otro aspecto a tener en cuenta cuando se decide subir una cuesta dantesca. Resulta que vives en un mundo a la intemperie de malos hábitos, trasnoches, alimentos o líquidos antagónicos para el deportista....es decir, no perteneces a ese templo de la élite, porque eres corredor aficionado y habitas en el mundo de los vivos, un mundo también poético y cargado de literatura y sensaciones. Y desde ese mundo tienes que reinventarte, fortalecerte psicológica y físicamente, para que una buena mañana de domingo vestirte de corredor y en la soledad del fondo subir, subir y subir.
De hecho, el trasvase desde ese mundo de los vivos a ese mundo de fortaleza física y psíquica, en mi caso, fue asumido en pocas horas. Desde ese trasnoche del viernes, en excelente y magnífica compañía que pasamos Mati y yo con Jesús y sus amigas catalanas y universales, con el amigo de éstas profesor de español en Atenas, con Roberto y Paqui, tras empaparnos con una amena charla de Fernando Sánchez Dragó, escuchar música sudanesa y refrescarnos con más de dos cervezas hasta altas horas, desde ese trasnoche, decía, hasta la excitante subida de esta mañana hasta El Torreón de Albolote, apenas han distado veinte y pocas horas y todo ha sido posible. Ese es nuestro privilegio como corredores aficionados ¿No creéis?

Dos momentos de la subida al Torreón, de mucha dureza. Fotos tomadas unas horas después de la subida de hoy.

11 comentarios:

  1. Buena entrada. ¿Que sería de nosotros sin las cuestas? a mi me van y bastante, será quizás porque lucho sobre el filo de la navaja y es una lucha conmigo mismo.
    Las fotos me encantan, el paisaje incita a correr.
    Un abrazo

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  2. Hoy me pegué yo los veintipicos kilómetros de mi casa a Pinillos y vuelta. El tiempo, excesivo, fue lo de menos. Pero quería demostrarme a mí mismo que todavía puedo.

    Me duelen hasta los ojos, pero la experiencia, como todas al límite, altamente satisfactoria.

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  3. que seria de nosotros los corredores sin las cuestas por cierto el proximo domingo tenemos una buena racion de las mismas con los ultimos cinco klm. de la llegsada a dilar por ermita nueva. yo cambie hoy la tirada de cuestas del club por 23 klm. desde parque lagos a pinillos el martes haremos el circuito de la prueba del domingo a modo de entreno. el viernes pasado excelente velada literaria y mejor tertulia acompañados de buenos amigos. saludos roberto

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  4. Las cuestas, imprescindibles. Ganas fuerza pero sobre todo, confianza, al tiempo que refuerzas tu psicología. Te haces sufridor, sabes padecer los rigores del terreno y te curtes. Cuando uno corona cualquier cima, la sensación de plenitud es indescriptible, ¿verdad? Bonito ese recorrido hasta el torreón de Albolote. Cuenta conmigo a partir de esta semana para hacerlo de nuevo.

    Un abrazo

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  5. Has hecho de esa subida tu particular entrenamiento en cuestas. Jose Antonio queda pendiente hacer un recorrido por alli por el desvio que habia por debajo del torreon.

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  6. Paco, debe ser similar a los Montes de Málaga. Aquí hay pino mediterráneo, sobre todo en la parte alta. Es una subida dura, sobre todo al principio.

    Jesús, bien hecho. Era necesario que hicieras esa distancia. Ya sabes, el domingo Dílar...

    Roberto, te veo en plena forma, atlética y mentalmente ¡ que buen trasnoche el del viernes !

    Javi, a esa conclusión he llegado - me ha costado -: las cuestas son imprescindibles. Aprendes a sufrir con ellas. Yo quisiera hacer esa surta cada dos semanas, aproximádamente.

    Mario, ese camino que vimos habrá que explorarlo. Esa zona ofrece muchas posibilidades.

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  7. Ufff las cuestas, no me gustan nada...solo cuando se acaban...jajaja
    un saludo!

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  8. Tampoco me gustan demasiado Paco, pero te acabas acostumbrado y te ponen en tu sitio. He decidido integrarlas como rutina. A ver si cumplo.

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