09 enero 2009

PASA EL TIEMPO Y QUEDA EL CORRER


Hoy me apetece hablar de correr. Porque he corrido entre la nieve, y entre la lluvia, y con cero grados en el termómetro.
Cuando mantenía "Diario de un corredor", las circunstancias del blog hacían que escribiera sobre el correr y su mundo la mayoría de las veces. Para mí era fácil. Simplemente corría y después expresaba lo que experimentaba en el blog. Unas veces con más acierto y otras con menos. Pero lo importante era poder escribir y hacerlo sobre uno de los asuntos que más tiempo ocupaba -y ocupa- en mi vida.
Pero suprimí aquel blog porque quería contar otras cosas, si bien no quise desengancharme por completo de escribir sobre el correr y las sensaciones que esta actividad reporta. Valoré la posibilidad de incluir algunas entradas al estilo de las que incluía en "Diario...", e incluso os consulté a través de una encuesta, cuyo resultado fue favorable a escribir de vez en cuando sobre correr. Y es que, sinceramente, me agrada hacerlo de cuando en cuando. Porque forma parte de mi vida. Como los libros, el cine, el escribir...Y es que resulta que hoy ha sido uno de los días en los que apetece escribir sobre correr.
Comenzó a nevar en Granada. No de manera violenta, pero sí era posible apreciar con nitidez la voluptuosidad de la nieve cayendo despacio sobre las aceras y los árboles. Ya tenía programado ir a correr, antes del almuerzo, buscando aún la luz del día, evitando, en definitiva, la comida del mediodía para que ésta no dificultara el entrenamiento. Un tentempié suave y a los caminos. La naturaleza, siempre tan caprichosa quiso que a la hora en la que me disponía a comenzar mi entrenamiento, entre el Pantano del Cubillas y Pinos Puente, estuviera nevando. Al principio no era perceptible y era factible afirmar que, incluso, sólo fuera lluvia. Pero enseguida el agua se tornó nieve y los copos se iban quedando en las recién estrenadas mallas largas Asics. Subía la dura cuesta de la Urbanización de Los Cortijos, en dirección a Caparacena y la nieve no dejaba de rebotar en mi cara. Iba bien abrigado, pero la nieve siempre encontraba rincones del cuerpo por los que penetrar. Sencillamente era delicioso.
Uno cuando corre no se siente nada importante de cara al exterior. Corremos porque nos place y porque nos sentimos bien, pero esta tarde mientras subía esa empinada cuesta, sabiendo que tenía por delante dieciséis kilómetros me sentía todo lo importante que es posible sentirse cuando se hacen cosas "contra natura". A esa hora y con ese tiempo, es fácil imaginarse a la mayoría de la gente, arropada junto al televisor o leyendo un buen libro, o al menos eso es lo que creía adivinar en los rostros de los conductores que se cruzaban conmigo. Insisto que en esos momentos no existían sentimientos especiales por llevar a cabo una actividad más dura o con más arrojo, sencillamente disfrutaba de estar haciendo algo distinto, a título individual. Y es que, como le comentaba a Mati por la noche, hay tan pocas cosas que me gusten de la sociedad, que cada vez disfruto más corriendo. Buscar un rincón lejano, silencioso, no demasiado transitado y patearlo es de lo que más me place. dejad que me ausente, dijo el Dr. Sheehan ¿ Será ese un elemento común entre, nosotros, los corredores?
Corría entre la nieve y posteriormente entre la lluvia, que en ocasiones se disfrazaba de copos y en otras su atuendo no era fácilmente identificable. Pero no dejó de acompañarme en todo el recorrido. Las manos protegidas por guantes técnicos, las mallas arropando las piernas, el gorro de lana cubriendo las sensibles orejas y la respiración convirtiéndose en vapor cada vez que exhalaba el aire.
Diecisiete kilómetros. En soledad. Con la única ayuda de las piernas, el corazón y los pulmones. Tras ese disfrute sabía que tendría que volver a la sociedad, a mezclarme con la gente, pero ese recuerdo me acompañaría a lo largo del día, quedando siempre la impagable posibilidad de poder repetirlo un día y otro, siempre que las lesiones respeten como están respetando últimamente. Pasa el tiempo y se lleva muchas cosas. Pero queda el correr.

11 comentarios:

  1. Comprendo perfectamente esas sensaciones que se perciben cuando uno corre bajo y sobre la nieve. Seguro que todo el que pasa nos llama locos. Pero, ¡dichosa locura!

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  2. Anónimo9/1/09, 8:29

    Siempre he dicho y mi novia así me lo confirma que somos frikis... ¡¡ Si soy friki !! de correr y disfrutar haciendolo, sino no sería tan friki como soy.
    Cuando salgas a correr a esa hora Jose Antonio, no te olvides de los que estamos trabajando (gracias a Dios que aún estamos activos laboralmente), pero reconozco que me encataría acompañarte por esos parajes que aún no he pateado a conciencia.
    Saludos Aleandro.

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  3. Anónimo9/1/09, 9:46

    Esos son los días y las condiciones que hacen grande este deporte. Yo ayer no pude salir, pero de hoy no pasa. Esa sensación, después, de darte una ducha caliente y comer una sopa humeante... de hoy no pasa.

    Gran entrada Alter. Oportuna y necesaria en estos días de zozobra atlética.

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  4. Yo incluso lamenté haber corrido por la mañana, cuando vi nevar dos cosas se me pasaron por la cabeza o salir de nuevo o salir por la mañana de nuevo con la esperanza de ver una Granada Blanca. Al final ni una cosa ni otra, me quedé con un buen libro "La guerra de las salamandras" (no es de guerra a pesar del título) viendo nevar desde mi ventana.
    Esta tarde a ver si soy capaz de hacer unas series de mil, que tengo el gemelo contraturadillo.

    buena entrada atlética-invernal. El domingo va a ser un buen día atlético invernal también.

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  5. Que buena carrerita Jose Antonio, yo tengo que reconocer que ayer hice rabona...ahora tengo remordimientos!!!saludos

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  6. Y es que correr en soledad, pero acompañado de esa ligera capa que cubre todo de blanco, tanto el rostro como el alma, ¿ qué placer hay mayor que el de esos instantes ?

    Y es que de la naturaleza venimos; y con lo natural, sobrevenimos.
    El tiempo aquí, se detiene con estas buenas lecturas.

    Saludos republicanos. Toni Sagrel.

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  7. Pude ver el rostro de José Antonio al finalizar la hazaña que realizó ayer por las tierras de sus antecesores, y desde luego nadie diría que el termómetro no subía apenas de los 0ºC.
    Estirando mientras los copos de nieve se depositaban unos instantes, antes de desaparecer por el propio calor corporal, sobre las ropas técnicas, nos delitábamos de poder "fundirnos" con la Tierra, mientras los atónitos conductores no daban crédito a lo que sus ojos veían.
    Mi ruta mucho más humilde, circunvalando el Cubillas, fué como bien ha descrito nuestro anfitrión, un cúmulo de sensaciones y regocijo para cuerpo y alma.
    Saludos!!

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  8. Algo parecido me ocurrió ayer tarde, he escrito una entrada sobre ello. Es indescriptible las sensaciones en ciertos momentos de cuando corremos.
    Me he identificado (como siempre) con esta entrada. Mala suerte de que en Málaga no nieve, debe de ser espectacular zamparse 16 kms con tan asombroso paisaje.
    Un abrazo

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  9. Gregorio: nos llama locos sin duda; o lo piensa, pero es porque no saben lo que se experimenta y deberían saberlo.

    Aleandro: Siempre lo he pensado: somos unos frikis, sobre todo cuando se busca que la lluvia y la nieve nos caiga encima. Pero desde que leí el poema de Borges me dije que estas cosas hay que hacerlas ahora que se puede.

    Tu lo has dicho Alter, necesitamos estas entradas en estos días de pereza y zozobra. Lánzate sin miedo a correr, con independencía de como estés. Tu cuerpo te lo agradecerá..

    Antonio: hubiera sido duro para tus piernas, pero hubieras sufrido como un enano bajo la nieve, y además subiendo cuestas..

    Paco: si hubiera nevado en Málaga, seguro que no haces rabona. Te hubieras motivado, jeje.

    Alfa, tu lo has dicho: pocas cosas placenteras que esos instantes. Hay que vivirlos, porque si de algo bueno se compone la vida es de esos instantes de fusión con la naturaleza. Pocas cosas igualan a estos momentos. Saludos republicanos.

    Abel: si no fuera porque ví tu coche, cuando te ví llegar corriendo hubiera pensado que no sólo hay un loco en el mundo. A ambos nos cayó la nieve, incluso cuando nos cambiabámos de camiseta. Momentos mágicos para recordar.

    Paco, me gustaría que experimentaras correr con la nieve, aunque sé que en Málaga lo tienes complicado. Sé que has disfrutado con esta entrada. Voy a leer la tuya.

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  10. A pesar de mi periodo regular (no malo, ya que tampoco he dejado de correr, sólo que no me veo con fuerzas de una carrera de diez) estas palabras y otras que publicas a veces aunque el blog no sea eminéntemente deportivo, sirven de mucho ánimo y estímulo.

    Me alegro que de vez en cuando nos narres tus vivencias por los caminos, hacen mucho aunque no lo parezca.

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  11. Sí consigo con estas breves palabras ensalzar el ánimo las doy por bien empleadas Jesús. Cuando hago un entrenamiento en el que las sensaciones están a flor de piel, bien por la forma, el terreno, la climatología o lo que fuere, me gusta compartirlo. Saludos y ánimo con tus entrenos.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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